Les cuento que el día de ayer asistimos algunos miembros del quipo de Ocasa a un taller sobre Ciberactivismo, tema que me pareció pertinente, muy interesante y del cual se puede sacar mucho provecho.
Quiero contarles un poco lo que entendí del tema y cuáles podrían ser algunos ejemplos que ilustren cómo el Ciberactivismo puede ser un espacio de participación ciudadana.
Entiendo por Ciberactivismo, como la acción de usar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como nuevas formas de participación y apertura a novedosos espacios, en los que se busca congregar personas, generar debate, concientizar sobre una problemática, denunciar un abuso, así como también, movilizar personas, recursos e ideas con el fin de generar transformaciones en la sociedad.
Navegando en la red, encontré algunos de los ejemplos que hablan de Facebook como una de las herramientas más efectivas para lograr grandes movilizaciones. “Casos como las protestas de italianos en Facebook en contra de los grupos que rinden culto a los cabecillas de la mafia, o los jóvenes ciberactivistas de Bangladesh que usan Facebook para participar en los procesos de tomas de decisiones políticas”, son algunos de ellos.
En Colombia, uno de los ejemplos más significativos fue la movilización del 4 de enero del 2008, con la campaña que se inicio para recoger firmas en contra de las Farc y que termino convirtiéndose en un grupo en Facebook con el nombre “Un Millón de Voces contra las FARC”. Propuesta que superó cualquier expectativa y, un mes más tarde, terminó movilizando a más de cuatro millones de colombianos en el país y en otras 130 ciudades del mundo en contra del grupo guerrillero.
De esta forma, la web se ha convertido en un espacio que ha permitido la participación ciudadana (que muchas veces es censurada), donde se lucha en pro de ideales, derechos o reclamos, en el que se logra reproducir y trascender a un nivel macro, las voces de los ciudadanos. Aquello que en otros tiempos se repartía en forma de panfletos, ahora se despliega desde la web y alcanza a traspasar fronteras.
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Andrea Fonseca