Jóvenes: víctimas y victimarios

Preocupante resulta el último informe sobre “Seguridad ciudadana y Derechos Humanos”, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

El estudio advierte que los países latinoamericanos tienen los índices de criminalidad más altos del mundo, siendo los jóvenes el grupo poblacional más afectado como víctimas y victimarios. En particular, dice el informe, es alarmante que los jóvenes entre 15 y 29 años presenten una tasa de 68,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, la cual baja entre jóvenes de altos ingresos (21.4 homicidios por cada 100.000 habitantes) y se incrementa significativamente entre jóvenes de ingresos medios y bajos (89,7 por cada 100.000 habitantes).

Esta violencia entre jóvenes se caracteriza por ser de tipo urbano y tiene su origen en parte en la ausencia de oportunidades de empleo para los jóvenes, educación, acceso a mecanismos de recreación, baja calidad de la vivienda y consumo de drogas y alcohol, lo que termina por generar frustración y tensiones sociales que se traducen en violencia.

A su vez, dice el informe, las instituciones públicas no han logrado desarrollar capacidades para responder de manera eficaz al aumento de la violencia entre los jóvenes, mediante acciones de prevención y represión legítimas dirigidas a los jóvenes. Esto, a pesar de que en la Primera reunión de ministros en materia de seguridad pública de las Américas llevada a cabo en octubre de 2008 en México, los ministros de defensa del continente firmaron el “Compromiso por la seguridad pública en las Américas”, en el que se comprometieron a establecer políticas públicas y programas dirigidos a modernizar los sistemas penitenciarios y diseñar modelos sostenibles de reinserción social, especialmente para los jóvenes.

Ante estos hechos, cabe preguntarse qué están haciendo nuestros representantes para garantizar la seguridad de los jóvenes colombianos y qué podemos hacer los directamente afectados por estos fenómenos de violencia para impulsar soluciones que permitan romper el ciclo de violencia en nuestras comunidades.

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Andrés Navas